viernes, 18 de diciembre de 2009

" UNA NOCHE DE DICIEMBRE "

                                           " UNA NOCHE DE DICIEMBRE "

Nos pasa desde hace mucho tiempo, y ocurre...

Cuando el espectáculo más grato se encuentra situado a unas tres zancadas hacia el frente.
Cuando las piernas tiritan nerviosas al ritmo de compases familiares.
Cuando la animación conjunta disfruta acotada entre la estructura de un pabellón (llamemósle "Anaitasuna").

Cuando transcurren una, dos, y hasta tres horas... con su receptiva prórroga, que acogemos de buen grado. Y no se hace otra cosa que corroborar que el entusiasmo natural es más fuerte y hábil que el cansancio. Lo burla, pero sí no fuese suficiente, se permite el lujo de robarle el impetu, abriéndole la mirada con la ganzua prestada por un espabilado repertorio.

Cuando los ojos no pierden de vista el camino; iluminando con relámpagos unos fugaces guiños sobre el escenario.
Cuando el hipnótico entusiasmo da por nulo el salto de una cansina rutina ("que mala rutina...").
Cuando el placer de estrofas, notas y estribillos se desloma de tanto trabajar por los bucles sensitivos del cerebro.

Cuando el regocijo derrapa por un suelo marcado de huellas, y una vez escurrido el paño impregnado de sudor, se le pasa concienzudamente, para que recupere el brillo renovado que tenía el primer día.
Cuando, y sólo entonces, te das cuenta que en el almacen de los buenos ratos están los estantes a rebosar. Poseemos un orgulloso "stock" de bienvenidas, abrazos, sonrisas... y despedidas. Aunque de estas últimas, nos gustaría desprendernos al ritmo del postrero acorde, aún hoy perceptible en nuestros oídos.

Y cuando todo lo citado anteriormente no pase... malo, muy malo. Será para empezar a preocuparse. Mientras tanto seguimos aquí, y otra noche sin dormir.