lunes, 11 de mayo de 2009

" BICHEJOS "

"BICHEJOS"
Me importaba muy poco el no encontrar una charca a salto de mata sobre la cual practicar la inmersión de manera vilipendiosamente salpicante.

Las tripas me estaban entonando la cantata de la hambruna en versión distorsionada, con unos coros rasposos y graves. La lengua se secaba sin remedio ante la deshidratación a la que la estaba sometiendo, de forma eventual por eso, con un estado de aridez indefinidamente agrietado.

Fue entonces cuando pude ver en el suelo húmedo ciertos manjares a los cuales hincar el diente, pese a que no fuesen sus sabores de mi agrado, pero el caso era comer algo.

El método de caza sería simple, más ramplón de lo normal, con conducta repelente, y ejerciendo de apostáta arrepentido al tener que sondear algunas veces el terreno al lado de ellos.

Tenía de todo. Gusanos profanadores de manzanas pecaminosas, dejando como trofeo intacto un corazón seco. Mantis saboreando el cigarro que calma los músculos tras la pasión, llevando a cabo homicidios post-coitum en el lecho pasional de las ramas crepúsculares del otoño. Escarabajos y ciempiés con experiencia demostrable en el arte de la cata por los tugurios de los arrabales. Pulgas que desertaban de las perreras de la coherencia, encontrando en cuarteles y comisarías un nuevo habitat uniformado de nula integridad.

Por el camino iba a encontrarme también con cucarachas diplomadas en oficiar casamientos sin verdades. Sermoneando sandeces en los púlpitos de catedrales repletas de babosas y holgazanes con títulos de realeza. Hormigas explotadas a destajo, siempre reivindicativas ante las vejaciones de sus derechos en los hormigueros embarrados del subsistir. Saltamontes impulsándose de un escaño a otro y tomando la palabra en la tribuna de la demagogia.

Hoy no era el caso, aunque sí lo que mejor me sentaba, pero... respetaría la veda, no fuese que se extinguieran esas garrapatas que no precisan de la cola de impacto para aferrarse bien a la píel de los noctámbulos, los cuales siempre llegan puntuales a las puestas de sol, y que ni por asomo se pierden la lección que imparte el sabio destino en los abrevaderos de la granujería.

Curiosamente mi instintiva hambruna me concedió una tregua. No iba a engullir nada de lo que veía. Unos me podían sentar mal hasta el envenenamiento; con otros hasta podría acabar tomando un trago. Tampoco entraba en la hoja de ruta los baños en insecticida, por el bien del medio ambiente.

Al final, lo sensato será untar mi lengua con un ramo de ortigas, y croar un poco por lo bajini del picor... gajes de la natura.

1 comentario:

Xosé Manuel Fdez dijo...

Ás veces é mellor quedar con fame que "ter que tragar" con bichos indixestos. Moito bicho, moito bicho...

Impresionante comprobar como fas malabares coas metáforas, semella que non teñas límite...
Parabéns!!