jueves, 11 de marzo de 2010

" ME MANDO UN RATO A PASEO "

           " Me mando un rato a paseo"

Un sol de juicio gratuito y dedos raquíticos rozaba las construcciones adosadas, tiñendo de luz esas paredes de obra vista casi centenaria. Yo, tozudo, seguía abriendo y cerrando el baúl de las cotidianas cavilaciones, sin temor a que mi mente en blanco me tapase los ojos con su mandíbula superior.
Mi perpetuo polizón huesudo se movía con su frágiles fracturas soldadas. Se sentía en armonía  con la capa de músculos, venas, y piel; sellando adoquines en relieve floral con las pinceladas de los pasos. Era conscientemente inconsciente de la hora y el sitio en el cual tenía que estar puntual, de cuerpo presente y voz silenciada, como era de preveer. No me encontraba el  gesto vago de ese final ni en los bolsillos, ni el tiro fijo con retroceso que me rebobinaba al prólogo envenenado. Quizá era una simple carantoña de un pensamiento de refilón, con ese deja vu de helador consuelo.
Enfilaba el aire de frente con el triciclo de la incerteza; saldando las cuestas pendientes, allí dónde las imágenes esperan a los recados que les encarga el recuerdo.
Las aceras se tensionaban, dejándome la visibilidad horizontal reducida, sin tope alguno de claridad. Un suma y sigue sudoroso que se iba a convertir en mi torpe resta y para; agarrándome con suavidad en la baranda de los pausantes intermedios... logré oxigenar el alma.
Pude ver a la suerte con su cámara enfocando a la nada. Desde que nos había revelado que la gente ponía verde a los semáforos, evitaba el cruce enfebrecido de miradas, lo hacía para no sonrojar al ambar neutro y sin criterio.
Lo adecuado era esconderse a buen recaudo. Una nube de sombrero amenazaba. Sabía que tras esas náuseas oscuras se escondían los vómitos de lluvia fría e invernal. A las disenciones de cuello alto y garganta pudorosa no les gustaba aproximarse a los aspersores locuaces de lengua activa, a no ser que necesitasen algo de verborrea suelta para la máquina de la prudencia.
Ahora que los párpados me echan el cierre, no sin antes regalarme  un "streap-tease" ocular, sugestionando al sueño con las retinas desahuciadas de lloreras y poso risueño... vuelvo, que había quedado.

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